Halloween es una de las fechas más importantes del calendario festivo estadounidense, proviene de una variación escocesa de la expresión inglesa "All Hallows' Even" (también usada "All Hallows' Eve") que significa «víspera de todos los Santos» y que se celebra en la noche del 31 de octubre.
La tradición marca que los niños disfrazados de fantasmas, brujas, demonios, autenticos "walking dead" vayan casa por casa pidiendo dulces mientras gritan a coro la famosa frase " Trick or Treat"
Recorren buena parte del barrio, corriendo de casa en casa, con el ansia de llegar los primeros para no quedarse sin dulces, cuando algunos ya no pueden cargar los que llevan. Los generosos dueños abren las puertas o incluso esperan en los peldaños de las escaleras pacientemente a que cada niño pase con su calabaza de plástico a recoger su candy, incluso se unen a la fiesta disfrazandose y pegando monstruosos sustos a los inocentes pequeños que en muchos casos no saben si reír o llorar.
Los auténticos protagonistas de esta fiesta, nuevamente nos dan una inmensa lección; como organizar pandilla con gente con la que no te has visto en la vida, divertirte con ellos, vencer tus miedos e incluso, si alguno la tiene, vencer la vergüenza de pedir sin dar nada a cambio, más que una sonrisa.
En algunos países no anglosajones, en los últimos años, nos hemos unido a ésta tradición de celebrar Halloween, pero a medias, como con miedo, como si el hecho de disfrutar de una tradición que originariamente no es de tu país, fuera una irreverencia a las que te unen al tuyo.
Y yo me pregunto ¿por qué no disfrutar sin más de las cosas divertidas de la vida, vengan de donde vengan y sean las tradiciónes de donde sean? ¿A qué niño no le gusta disfrazarse y salir junto a sus amigos a pedir caramelos por la calle, y volver con tantos que les duele la tripa sólo de mirarlos?
Importar costumbres, adoptar tradiciones, mezclar culturas, tenemos tantas cosas que aprender los unos de los otros. Las etiquetas de "esto no me gusta por que es una costumbre yankee", o "aquí esto lo llamamos Día de todos los Santos y comemos castañas", marcan distancias, crean barreras. Me siento feliz por la experiencia tan maravillosa que mi hija esta viviendo, aprendiendo desde pequeña que tan bueno puede ser comer castañas sentada junto a la lumbre con su abuelo, como correr por las calles de Brooklyn gritando al viento Happy Halloween.
Que lo realmente importante es que estamos aquí y ahora que podemos deberíamos disfrutar de la vida sin más. Feliz semana a todos, que la sigáis disfrutando con pasión.
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