Cualquiera que conozca Coney Island se preguntará si éste es realmente uno de mis rincones favoritos, pero solo hace falta conocerme un poco para saber porque esto es así... sol, arena y océano a escasos veinte minutos de mi casa, aunque no sea una de mis adoradas playas del Caribe.
Coney Island es una península situada al sur de Brooklyn, apenas siete kilómetros de largo por 800 metros de ancho que siempre ha estado vinculada a los parques de atracciones, a las playas y a la diversión. El acceso a la playa para los habitantes de Nueva York es muy sencillo, ya que el metro llega desde cualquier punto a la estación de Coney Island/Stillwell Av, aproximadamente en una hora desde Manhattan, veinte minutos o media hora dependiendo de donde estés en Brooklyn.
Lo primero que uno se encuentra nada mas bajar del metro es el conocido Nathan’s Famous, el lugar que más tiempo lleva vendiendo los famosos hot dogs newyorkinos, y que una vez probados, por no hacer un feo a la tradición, no es necesario volver a comerlos nunca más. Nathan Handwerker, un empleado del verdadero inventor del hot dog, estableció su propio puesto bajando a la mitad el precio de los perritos que tenían en el de su jefe. Al más puro estilo del sueño americano, abrió el restaurante Nathan’s Famous en 1916 y en pocos años se convirtió en un verdadero icono de la ciudad. Actualmente es conocido por el "Hot Dog Eating Contest", que se celebra una vez al año y en el que se dan cita personajes de lo más variopintos para comerse perritos calientes como si en ello se les fuera la vida. El campeón de este año, Joey “Jaws” Chestnut, se comió la friolera de 69 hot dogs. Un marcador como de los de los estadios de fútbol americano indica cuantos días faltan para el próximo "contest".
Cuando caminas hacia la playa destaca en el horizonte la Wonder Wheel , la famosa noria de Luna Park, que fue declarada lugar de interés nacional junto con Cyclone, una montaña rusa en la que el traqueteo de su estructura de madera no ayuda para nada a los indecisos como yo. Se inauguró el 26 de junio de 1927 y todavía mantiene los coches originales, datos que aun me lo ponen más difícil para decidirme.
La libertad y el espíritu de diversión que se respira en este lugar, lo convierte en un escape al estresante ritmo de vida de Nueva York, los paseos por el Board Walk, el paseo marítimo construido enteramente de madera, desde el que se divisan inmensas gaviotas, la arena suave y caliente, y el solitario horizonte donde uno puede relajar la vista sabiendo que donde parece que termina todo, no es más que el comienzo de un inmenso Océano, convierten a esta peculiar playa, sin lugar a dudas, en uno de mis rincones favoritos.
Me despido deseando que tengáis una feliz semana y que encontréis hueco para viajar, aunque solo sea con la imaginación.
"Travel is the only thing you buy that makes you richer"